Ocho

Dentro de nada nos brindarás ocho meses de vida y a mi solo se me ocurre una palabra, GRACIAS. Llegaste decidida, con energía y muchas ganas de olernos día y noche. Llegaste con esa sonrisa espléndida y brillante haciéndonos saber ya, que ibas a ser una muchacha feliz, sonriente y dicharachera. Confieso que ahora, mirando hacia atrás, no soy capaz de reconocerme en esos momentos tan duros, donde los días se hacían eternos y las lágrimas, las dudas y los miedos aparecían sin control. Hoy, casi ocho meses después, solo me sale de las entrañas agradecerte todo todito lo que nos has hecho sentir. Gracias Vera, por hacerte valer desde el minuto uno. Por reivindicar y pedir tus necesidades con decisión. Gracias, Verita mía, por no querer separarte de mi ser durante meses. Gracias por no querer estar en el carro. He podido sentirte tan cerca siempre. Gracias por no tener en cuenta mis malos días, y siempre responder con esa sonrisa y esa mirada que me tiene embelesada. Gracias a ti, a la niña de los ojos grandes, por hacer que quiera aún más a tu abuela, mi madre. Me haces vibrar en cada descubrimiento. Eres observadora, impulsiva, tenaz, divertida. Eres lo que has querido ser des de que me miraste ese veintinueve de Julio. Gracias por darme esa oportunidad de conocer mis miedos y afrontarlos. Por escogerme como madre, aunque sea despistada y olvidadiza. Aunque a veces te abrigue poco y me olvide que es hora de merendar. A pesar de que salga a la calle sin pañales y tenga que pedirlos a la vecina de al lado.  Gracias Vera. Gracias por despertar mi instinto. Esto ya no hay quien lo pare.

T’estimo.