Los mercadillos, la compulsión y yo.

Voy a tener que ponerme seria con el blog. Llevo unas semanas descubriendo cositas nuevas que poco a poco iré enseñando pero, como la verdad de las verdades es que soy un pocodemasiado desastre, tengo que recopilar todas las páginas encontradas ( y escritas en millones de papeles distintos y «arrugaos») y poner orden a las inspiraciones y a temas variopintos que voy encontrando.

La cosa es que hoy por la mañana, aprovechando el solete y las ganas de andar por las calles un rato, he ido a parar a un mercadillo relacionado con los estudiantes ( y ex-estudiantes)de la escuela superior de diseño de Sabadell ( ESDI). Hace un tiempo, cuando me entró por el cuerpo una especie de crisis de identidad bastante fuerte, fui a entrevistarme con la coordinadora de dicha escuela. La salita era remona, con maquinas de coser y cuadros supermegafashions pero el precio de los estudios también era remono ( me podéis imaginar la cara ahora mismo). Así que decidí que mi faceta de diseñadoradealtosvuelos iba a dejarla aparcada. Quien sabe, la vida es raruna y misteriosa y nunca sabes que puede pasar. Quizás dentro de diez años cultivo calabazas en una casa perdida por el bosque, o me caso con Ben Harper y estoy de gira todo el año (cara de maliciosa)

Pues que eso, que no he podido vencer mi estado compulsivo y he caído en la tentación de comprar varias cosas. Así que no puedo dejar de enseñarlas porqué me parecen de lo más divertidas.

Ahí va.

Lo quería, lo quería, lo quería y, por fin lo tengo entre mis manos, decorando el estante del comedor. No puedo de lo bonito que es. Esto que se ve es un cuadro. Es de Lololipop y pertenece a la colección «ART: Multiculturalidad y sostenibilidad”, una serie de cuadros que respetan el desarrollo sostenible ya que se utilizan trozos de tricot desechados por una empresa textil.

Lo vi un dia en un restaurante, y también en la Mirada d’Art ( tienda bonita donde las haya que cierra dentro de poco) pero no ha sido hasta hoy, cinco de mayo de dosmiltrece, que ha caído de manera «casual» entre mis manos.

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La chica también hace unos collares muy currados y unas cestitas de trapillo. Una fuerza sobrehumana me ha hecho comprar también la cestilla, que la muchacha ha hecho en quince minutos para una servidora. La verdad es que me va de perlas para poner los mandos y los cargadores.
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Luego también se me han ido los ojos a unos libros muy originales y como no, he pensado que a mis nenes les encantaría tener «La Leyenda de SantJordi» pero de manera divertida, así que (además de estar súpermegarebajado) con lo bonito que era el libro no he podido remediarlo.
Se trata de una ilustradora ( creo que era una chica) y si queréis cotillear más cositas, entrad en su face.
También me he cogido la Agenda gatuna y eso que yo no soy nada de gatos lo que pasa es que me pirra la gente que ilustra cosas con muchoarte.

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Me pasa que cada vez que hago alguna compra así, se me aparecen mil abuelas Amalia alrededor que me dicen que tengo que ahorrar y que ya va siendo hora que con lo mayor que soy ya que no puede ser que no tenga billetes ahorrados por si acaso por si me pasa algo por si me tengo que comprar un piso o si me quiero casar o si tengo un retoño. Y yo por unos momentos me siento un poco culpable y me entra un no se qué. Pero se me va rapidillo porqué tener esas cosas en mi hogar me hace ser un poco más feliz. Si además de eso, colaboro con gente con inquietudes, con gente que sale a la calle y muestra su arte y con gente que emprende proyectos interesantes con la que está cayendo, yo me doy por muy contenta.

Ala, feliz domingo.

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